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En una época en la que corredores muy completos dominaban y
en la que surgía con fuerza un nuevo nombre, Jacques Anquetil, un escalador
luxemburgués aparecía.
Los grandes campeones forjan su leyenda en las victorias y
en las derrotas, en el calor y en el frío, en la voluntad y en la
perseverancia, y en el caso de éste genial e imprevisible escalador, sus
mayores éxitos radican en alzarse con la victoria tras tener perdida la
general, así sus tres victorias más importantes son consecuencia de un destello
de genialidad , acompañado en dos ocasiones de un tiempo realmente infernal.
Corría 1956 y el Giro de Italia empezaba con grandes
aspiraciones para el Luxemburgués, que ya había quedado 3º en el Tour del año
anterior, y a pesar de su juventud ya era considerado uno de los mejores
escaladores del momento. Sin embargo a pesar de ganar dos etapas se veía atrás
en la general a más de 16 minutos del líder Fornara a 3 días de acabar la
carrera en Milán y con una única etapa de montaña a la vista, la del día
siguiente con llegada al Bondone tras pasar Costalunga, Rolle y Brocon. Pero no
parecía claro que tuviera siquiera la mínima opción de remontar, ya que el mal
tiempo invitaba a suspender la etapa, las presiones al director de la prueba
Vicenzo Torriani eran enormes y éste dudaba, al amanecer la etapa salía de
Merano para recorrer 242 kilómetros y el tiempo era frío y lluvioso, las
condiciones meteorológicas eran infames en la cima del Bondone, aunque si
alguien iba a hacer que la etapa reina se disputase ese era Torriani.
Tras un giro en el que las jornadas en rosa se las repartían
casi en su totalidad los italianos Fantini y el actual líder y favorito para
ganar en Milán Fornara, Torriani jugó a grande, esperaba más de este giro y
sólo quedaba esta bala en la recamara, así que la apuró, nunca pensaría el
bueno de Vicenzo que aquella jornada pasaría a los anales de la historia del
ciclismo.
Empezaba la jornada en Merano con el equipo del líder
contemporizando, Fornara sabía que tenía que bloquear la carrera y que pasaran
kilómetros, todavía soñaba el italiano con una posible suspensión de la etapa.
Por otra parte Gaul ya había comentado en su equipo Faema que él quería ganar
la etapa y que haría todo lo posible , o ganaba o moría, pero lo iba a
intentar.
El mal tiempo hacía que los corredores se lo tomaran con
calma, a pesar de pasar primero por la cima de Costalunga y Bondone Gaul todavía no había dado su hachazo pero
sabía que su momento llegaría, quería la etapa y dar una demostración de clase.
Y llegó el momento, en Brocon el ángel voló, sólo Monti pudo
ir con él y Bahamontes pero a cierta distancia, el pelotón empezaba a
desgranarse y los abandonos a causa del frió a producirse, el más importante el
del líder Fornara.
Pero ya todo daba igual, Gaul se deslizaba por las duras
rampas de un Bondone helado buscando la gloria.
Sabía que la etapa era suya y
que de los 89 ciclistas que habían partido esa mañana de Merano casi la mitad
habían abandonado ( al final de la etapa sólo 43 eran los supervivientes) y lo más
importante, algunos de los primeros como Fornara o Deffilipis también.
Era un esfuerzo agónico , sufría el Luxemburgués que
aventajaba en más de 6 minutos a Fantini y en más de 10 a Magni, pero el frío
lo estaba machacando, sólo su instinto de campeón lo salvaba.
El ángel de las montañas había empleado 9h 7’ 29”, 7’44” menos
que el 2º clasificado Fantini y casi 13 minutos menos que el ahora segundo de
la general Magni.
El giro 56 tenía dueño, a un precio alto pues hubo que
reanimarle tras la etapa en un estado de hipotermia y desmayo serio, pero él
tenía lo que quería, el Giro era suyo.
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Dos días después entraba victorioso en Milan y ya era historia de la corsa rosa y del ciclismo en general.
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Años después,y también en las últimas jornadas, sus cabalgadas camino de Aix les Bains en el Tour 58 ( en otro día de perros) y de Courmayeur en el giro 59, dándole a estocada definitiva a Anquetil en la subida al Petit San Bernardo, confirmaban que era un mago de las montañas, que era algo más que un ciclista, era un mito, un escalador legendario.
Pero aún así, quizás la que queda grabada por encima de
todas es aquella de aquel jovenzuelo de 23 años que se hacía con su primera
grande en el Bondone, todavía hoy en día se recuerda aquella gesta que hizo de
esta montaña una de los templos sagrados del ciclismo en Italia junto a
Lavaredo, Gavia y Stelvio.
Sería una bonita época en la que dos de los mejores y más grandes escaladores de siempre,Gaul y Bahamontes, iban a deleitar a los aficionados al ciclismo .
Genial
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